Érase una vez en el bosque una pequeña ardilla llamada Nutkin. Era muy traviesa y le encantaba gastar bromas a todos los animales que le rodeaban. Un día decidió burlarse de un viejo búho que vivía en un árbol cercano a su casa.
Nutkin corrió hasta el nido del búho y empezó a gritarle burlas desde abajo. El pobre búho se enfadó tanto que bajó volando, dispuesto a darle una lección a Nutkin. Pero en ese momento ocurrió algo inesperado… ¡Una gran ráfaga de viento atravesó el bosque, haciendo que la cola de Nutkin quedara atrapada en unas lianas!
El búho lo vio y se compadeció de Nutkin: ¡la ardillita se había metido en un buen lío! Voló de nuevo a su nido y bajó unas tijeras para poder cortar las lianas y liberar la cola de Calabacín. Una vez liberado, Nutkin dio las gracias al viejo y sabio búho antes de salir corriendo de vuelta a casa, avergonzado pero agradecido.
A partir de entonces, cada vez que Ardilla Calabaza pasaba por el nido del viejo búho se aseguraba de no volver a molestarle por respeto a lo que había sucedido aquel día: ¡había aprendido la lección sobre ser demasiado travieso con los demás!
Esta historia nos enseña valiosas lecciones sobre los sentimientos y el pensamiento independiente: cuando somos amables con otras criaturas, aunque al principio nos parezcan temibles o inaccesibles, a menudo nos vemos recompensados con amistad o ayuda cuando más la necesitamos.
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