Érase una vez una pobre reina que necesitaba desesperadamente ayuda. No tenía dinero y su reino se desmoronaba a su alrededor. Un día escuchó un viejo cuento que hablaba de un diablillo mágico que vivía en los bosques cercanos a su castillo. La única forma de conseguir su ayuda era descubrir su nombre.
La Reina se adentró en el bosque con nada más que determinación y esperanza en su corazón. Mientras caminaba entre los árboles, se encontró con una pequeña criatura sentada en una roca junto al camino: ¡era Tom Tit Tot! Sonrió a la Reina y le dijo que sabía por qué había venido: podía concederle su deseo si ella adivinaba su nombre correctamente tres veces.
La Reina pensó largo y tendido sobre cuál podría ser el nombre de Tom; al fin y al cabo, adivinar mal significaría una muerte segura para ambos. Finalmente, después de pensarlo mucho, decidió probar con «Tom», «Tit» y «Tot» como respuestas; ninguna era correcta por sí sola, pero cuando se juntaron formaron el verdadero nombre de Tom Tit Tot.
Tom Tit Tot concedió entonces a la Reina un deseo: cualquier cosa o favor dentro de lo razonable que devolviera la paz a su reino. La Reina le pidió que hiciera que todos los habitantes de su reino volvieran a ser honestos, para que pudieran trabajar juntos en lugar de enfrentarse unos a otros. Tom aceptó encantado y agitó la mano sobre todas las personas que tenía a la vista; ¡de repente la honestidad llenó cada rincón de su mundo como nunca antes!
Con esta nueva honestidad entre todos ellos, la gente empezó a trabajar junta en pos de objetivos comunes mejor que nunca; ¡muy pronto la paz volvió a su pequeño reino tal y como había prometido el propio Tom Tit Tot! La pobre reina se alegró de haber descubierto no sólo una respuesta para salvarse de la desesperación, sino también de haber encontrado una criatura tan honesta como Tom Tit Tot, que estaba dispuesto a ayudar a los menos afortunados que él sin pedir nada a cambio…
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