Érase una vez una sirenita que vivía en las profundidades del mar. Era feliz y estaba contenta con su vida hasta que un día se encontró por casualidad con unos pescadores en su barca mientras pescaban en las aguas cercanas a su casa. La sirenita los miró con anhelo; nunca había visto seres humanos y deseaba tanto ser como ellos.
Una noche, mientras estaba explorando, se encontró con una misteriosa anciana que le dijo que si podía encontrar el verdadero amor de alguien que estuviera por encima de la superficie del mar, eso le proporcionaría una gran felicidad. La anciana también le dijo que si encontraba ese amor pero no podía conservarlo para siempre, le traería una pena aún mayor que la de vivir sin haber conocido nunca ese amor. A pesar de estas advertencias, la sirenita decidió correr el riesgo y se lanzó a la aventura de buscar el amor verdadero por encima de la superficie del agua.
El viaje no fue fácil; los peligros acechaban en cada esquina mientras las tormentas salvajes amenazaban con hundir su pequeña embarcación cada día más cerca de la costa donde residen los humanos. Pero finalmente, tras semanas de navegación por aguas traicioneras, nuestra valiente heroína llegó sana y salva a la ciudad portuaria de Copenhague, donde mucha gente vive sobre la tierra y no bajo las olas, como ella lo hacía en su casa, en las profundidades azules del fondo del océano.
Sin saber qué hacer ahora que ya está aquí, pero sin estar familiarizada con el funcionamiento de las cosas en tierra, la Sirena preguntó a varios amables desconocidos cómo encontrar a la persona que más ama para hacer realidad su deseo. Le aconsejaron que viajara al interior del reino gobernado por el Rey
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