Había una vez un pequeño ratón peludo que buscaba la casa perfecta. Todo lo que quería era encontrar el lugar perfecto donde pudiera tener dulces sueños cada noche.
El ratón buscó por todas partes, pero no pudo encontrar la adecuada hasta que un día se encontró con una vieja casa abandonada en el bosque. Le pareció que era perfecta. Las paredes eran de madera y las habían pintado de muchos colores diferentes, de modo que casi parecía una casa de verdad.
El ratón corrió al interior para explorar su nueva morada; ¡todo parecía estar bien! De repente, algo le llamó la atención: ¡Una gran cama en un rincón de la habitación! El ratón se subió a ella y se dio cuenta de lo suave y cómoda que le resultaba; ¡debía de ser allí donde se harían realidad todos sus sueños!
A la mañana siguiente, cuando se despertó, vio que alguien había dejado un poco de queso encima de su cama, ¡qué suerte! Mordisqueó felizmente mientras exploraba más su nuevo hogar y descubrió cosas aún más maravillosas, como un acogedor sillón frente a una chimenea, muchas mantas para calentarse por la noche e incluso algunos juguetes para jugar durante el día.
Ahora Ratón sabía que éste sería su hogar para siempre; aquí es donde la creatividad brillaría cada día mientras los dulces sueños llenaban cada noche. Con estos pensamientos, Ratón se acomodó en la cama una vez más, dispuesto a sumirse en un sueño tranquilo, sabiendo que, pasara lo que pasara fuera de esta casa, ésta iba a ser realmente su casa para los dulces sueños…
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