Había una vez una niña llamada Leah. Tenía la madre más maravillosa del mundo y quería regalarle algo especial para el Día de la Madre. Pero Leah no sabía cuál sería el regalo perfecto.
Leah pensó y pensó en ello, pero nada le parecía bien. Entonces, un día, toda su familia se acercó para ayudarla a pensar en el mejor regalo.
El hermano pequeño de Leah sugirió regalarle a mamá un peluche porque sabía lo mucho que le gustaban los animales. Todos estuvieron de acuerdo en que era una gran idea, así que fueron a buscar el más adecuado. Después de buscar un rato, encontraron uno tan bonito y adorable que parecía hecho para mamá.
Los niños mayores decidieron entonces que debían regalarle a su madre algo más. Eligieron algunos de sus libros favoritos de cuando eran bebés, con dibujos coloridos e historias divertidas, que seguro que harían sonreír a mamá cada vez que los leyera.
Cuando todo estuvo listo, todos se reunieron en torno a Leah mientras se preparaba para dar su regalo a mamá en la mañana del Día de la Madre. Cuando abrió todos sus regalos, se sorprendió de lo bien pensados que estaban. Pero más que nada, lo que hizo que el momento fuera realmente especial fue cuando Leah le dio a su madre un gran abrazo después: no importa qué regalos le des a alguien que quieres; a veces todo lo que necesita son suficientes abrazos de los miembros de tu familia que te quieren mucho…
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