Había una vez una rana llamada Jumpy. Vivía en el estanque con todos sus amigos y se divertían mucho juntos.
Un día, cuando Jumpy estaba jugando, oyó un fuerte ruido que venía de cerca. Parecía que alguien le llamaba. Cuando Jumpy miró a su alrededor, vio a un anciano de pie con una gran sonrisa en la cara. El anciano le dijo: «¡Hola, pequeño! Me llamo Sr. Smith y estoy buscando a la rana saltarina con más talento de la zona: ¿crees que podrías ser tú?»
Jumpy se sintió muy emocionado y dijo que sí de inmediato. El Sr. Smith le contó que quería hacer una competición entre algunas de las mejores ranas de la ciudad para ver quién saltaba más alto. Todas las demás ranas ya estaban compitiendo, así que Jumpy decidió unirse también.
Las primeras rondas fueron bien, pero luego se hicieron más difíciles a medida que se unían más ranas. Pronto se redujo a sólo dos: Jumpy y otra rana llamada Jumperoo. Ambas saltaron muy alto, pero Jumperoo parecía incluso más alto que antes: ¡parecía que iba a ganar! Pero en el último momento ocurrió algo sorprendente: Jumpy consiguió dar un último y enorme salto en el aire y aterrizó más lejos de lo que ninguna otra rana había llegado nunca, ¡convirtiéndose en la ganadora del Concurso de Saltos de Altura de las Ranas Famosas!
Todo el mundo le aplaudió cuando el Sr. Smith le dio su premio: una lengua extra larga que le ayudaría a lanzarse aún más alto la próxima vez (¡no es que necesitara más ayuda!). A partir de entonces, todo el mundo empezó a referirse a él como «la famosa rana saltarina», lo que hizo que Skip se sintiera muy orgulloso. Y todos los años siguientes la gente seguía recordando el increíble logro que había conseguido aquel día este pequeño anfibio…
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