Había una vez un rey feroz y poderoso que gobernaba un reino lejano. Tenía una forma inusual de justicia: en lugar de castigar a la gente con la cárcel o con multas, les hacía elegir entre dos puertas. Detrás de una puerta había una bella dama, y detrás de la otra, un tigre furioso.
El Rey había sido muy cruel con el novio de su hija. Así que el Rey le hizo ponerse delante de las dos puertas y le dijo que eligiera una. El joven no sabía lo que le esperaba tras cualquiera de las dos puertas: ¡podría ser la Dama o el Tigre!
Permaneció un momento en silencio preguntándose qué camino tomar. ¿Debía abrir la Puerta Número Uno? ¿O debería abrir la Puerta Número Dos? Su corazón se aceleró al pensar en su destino: si elegía mal, ¡no acabaría bien!
Pero entonces ocurrió algo mágico: ¡las dos puertas se abrieron a la vez! No sólo salió la bella dama, sino también un adorable cachorro de tigre. Todo el mundo jadeó asombrado por esta maravillosa sorpresa, y se sintió tan aliviado de que ni el ser humano ni el animal sufrieran daños por su elección.
La multitud aplaudió con alegría al presenciar este final feliz. A partir de ese día, cada persona que se enfrentaba al juicio del Rey recibía sorpresas similares detrás de las dos Puertas; ¡ya fueran cachorros o gatitos o incluso helados! Ya nadie tenía que preocuparse de ser castigado por elegir mal: ¡todo acabó felizmente para todos los implicados!
Deja una respuesta