Érase una vez un ratoncito llamado Hiro. Siempre había querido visitar el majestuoso monte Fuji, pero le daba miedo hacer un viaje tan largo solo.
Sin embargo, un día, Hiro decidió aceptar el reto y emprendió su viaje de siete días hacia la montaña. Para cada día de su viaje, escribió poemas haiku con el fin de documentar su experiencia y compartirla con los demás.
Primer día: «Con valentía voy/A través de bosques desconocidos y nieve/Para alcanzar mi lejana meta»
En este primer día de su viaje, Hiro se enfrentó a muchos obstáculos mientras navegaba por el terreno desconocido -desde parches de hielo resbaladizos hasta profundos ventisqueros-, pero con gran valor y determinación fue capaz de superarlos todos.
Día dos: «La pradera florece brillantemente/Una canción alegre levanta el vuelo/Mi corazón está lleno de esperanza» En este segundo día de su aventura, Hiro se encontró con hermosas vistas que le llenaron de alegría y optimismo por lo que le esperaba en su búsqueda hacia el monte Fuji.
Tercer día: «El sol se pone en lo alto/La belleza de la naturaleza me llena / Seguiré con fuerza» A pesar de sentirse cansado por haber caminado durante tanto tiempo durante los días anteriores, Hiro siguió con diligencia su viaje a pesar de estar rodeado de paisajes impresionantes que podrían haberle distraído fácilmente para no llegar a su destino antes de lo esperado.
Día 4: «Las flores ríen a mi alrededor /Los ríos se precipitan hacia abajo /Mi espíritu florece» En este cuarto día de viaje hacia el monte Fuji, todo parecía más brillante; aunque todavía había algunas dificultades en el camino -los ríos eran demasiado difíciles de cruzar o las rocas bloqueaban partes del sendero-, Hiro siguió avanzando hasta llegar finalmente a un campo abierto en el que las flores silvestres crecían libremente con un cielo de fondo lleno de estrellas que brillaban por encima de él como diamantes esparcidos sobre una tela de terciopelo.
Día cinco: «Ya no queda mucho / Para ver su cima divinamente clara / ¡El Monte Fuji espera!» Finalmente, después de cinco días caminando a través de los desprendimientos de barro y escalando los acantilados de las laderas de las montañas, cuidadosamente creados por la propia naturaleza, Hiro se acercó a la cima del monte Fuji. Tan pronto como vio el punto más alto desde la distancia, se sintió infinitamente inspirado. Toda la fatiga olvidada se siente energizada para seguir adelante.
Día seis: «Brisa rejuvenecedora que inspira la vista bajo la luz del amanecer». Cada vez más cerca de la cima, el rocío de la mañana hace que la hierba se balancee sin preocupaciones y la paz feliz rodea cada paso que se da, llevando más alto al reino de los cielos, tocando los sentidos espirituales sublimes, descubriendo momentos mágicos que se despliegan con gracia, profundidades ocultas, comprensión y entendimiento que se ha encontrado, ¡misión cumplida en la cima del monte Fuiji! (Fin)
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