Había una vez una pequeña calabaza que vivía en el bosque. Se llamaba Calabaza Gloria y tenía grandes sueños de convertirse en algo especial. Todos los días, Calabaza Gloria daba largos paseos por el bosque para admirar toda su belleza, soñando con alcanzar algún día su gloria.
Una tarde, mientras Calabaza Gloria caminaba por el bosque, vio a un anciano de pie junto a un lago con una gran red de pesca. El anciano le sonrió y le dijo: «¡Hola, joven calabaza! Hoy estoy buscando algo especial por aquí; ¿crees que podrías ayudarme?».
Calabaza Gloria accedió con entusiasmo a ayudarle a buscar lo que fuera que quería del lago. Juntos buscaron por todas partes, pero no encontraron nada hasta que, ya entrada la noche, Calabaza Gloria vio una luz brillante que salía de las profundidades del agua. Rápidamente corrió a contarle al anciano lo que había visto y juntos se adentraron en las frías aguas para averiguar qué podía ser.
Para su sorpresa, una vez que se adentraron lo suficiente en el agua, ¡resplandeció ante ellos una asombrosa corona dorada! Los dos jadean asombrados mientras la sacan con cuidado de sus turbias profundidades antes de colocarla con cuidado encima de la cabeza de Calabaza Glory, ¡transformándola en el Rey Calabaza!
Los ojos del Rey Calabaza brillaron de alegría cuando su nuevo reino apareció al instante ante él: ¡exuberantes campos verdes llenos de brillantes calabazas naranjas que se extendían más allá de lo imaginable! Todo el mundo aplaudió al ver al Rey Calabaza coronado y cada noche se encendían fuegos artificiales en su cielo como estrellas brillantes que celebraban el éxito de este nuevo gobernante.
A partir de entonces, todos los años, durante el otoño, la gente se reunía alrededor del palacio del Rey Calabaza para celebrarlo, mientras los niños jugaban alegremente entre montones de calabazas cantando canciones sobre lo maravillosa que es la vida bajo el reinado del mismísimo Gran Calabaza: ¡el Rey GLory!
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