Había una vez una niña llamada Lily. Vivía en el corazón de la selva, rodeada de frondosos árboles y exótica fauna. Todas las mañanas se despertaba con un sentimiento de aventura, dispuesta a explorar su hogar y descubrir algo nuevo.
Un día, mientras exploraba en lo más profundo de la selva, se topó con un antiguo árbol que parecía hablar con sus ramas. Lily no tardó en darse cuenta de que en realidad eran dos plantas que discutían sobre quién tenía derechos en esa parte de la selva. Sabía que si su discusión continuaba podría llevar a una guerra entre ellas y destruir toda la belleza que las rodeaba.
Lily decidió que debía hacer algo al respecto antes de que las cosas se descontrolaran, así que emprendió un viaje a través del denso follaje en busca de la ayuda de algunas criaturas mágicas que pudieran ayudarla a poner fin a sus disputas. La suerte quiso que, justo cuando empezaba a oscurecer, Lily se tropezara con tres simpáticos animales que bebían de lo que parecía un brebaje burbujeante: eran un elefante, un mono y un rinoceronte que disfrutaban de lo que llamaban «brebaje de la selva».
Tras presentarse y explicar su dilema, la acogieron calurosamente en su círculo; ¡no sólo estaban dispuestos a escuchar, sino que también ofrecieron su ayuda para detener esta posible guerra entre plantas! Con un valor renovado gracias al apoyo de estos nuevos amigos, Lily se puso en marcha de nuevo, más decidida que nunca a encontrar una solución que devolviera la paz al bosque…
A cada paso que daba, la sensación de que algo mágico iba a suceder pronto, y cuando llegó la mañana, después de pasar otra noche de acampada bajo un cielo estrellado lleno de estrellas centelleantes, Lily se despertó al amanecer cerca de un viejo templo abandonado lleno de loros de colores. De repente, un loro bajó volando hacia Lilly sujetando algo con fuerza en su pico; resultó que había traído consigo instrucciones escritas en papel de papiro que decían «haz una última parada en una cascada secreta escondida en lo más profundo de la selva; allí encontrarás las respuestas necesarias para tu misión».
Sin perder tiempo, Lilly siguió las instrucciones dadas
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