Érase una vez, en una pequeña y acogedora cocina vivía un panqueque aventurero. La tortita era muy rolliza y esponjosa y le encantaba explorar los cálidos hornos de la cocina. Un día, mientras exploraba los deliciosos olores del pan y los pasteles recién horneados, siete niños entraron en la habitación. En cuanto vieron la tortita, ¡sus ojos se iluminaron de alegría!
La mayor de las niñas se adelantó con confianza y alargó la mano para cogerla para desayunar. Sabiendo que no tenía ninguna posibilidad contra todos ellos, nuestra valiente tortita saltó de encimera en encimera hasta que se encontró cara a cara con un curioso topo que asomaba la cabeza desde uno de los armarios.
¡Siendo tan pequeño, pero valiente a pesar de todo, este topo parecía justo lo que nuestro regordete panqueque necesitaba para alejarse de esos niños hambrientos! Con su ayuda, ideó un plan: ¡si pudieran encontrar algunos ingredientes que hicieran tortitas aún más sabrosas que antes! Así que juntos buscaron por todas partes hasta que consiguieron encontrar harina, azúcar, huevos… ¡e incluso algunas chispas!
Ahora sólo quedaba encontrar algo lo suficientemente especial como para convencer a esos niños de que no se la comieran después de todo, cuando de repente nuestro pequeño héroe se acordó de esa extraña criatura que vivía en lo más profundo del bosque y que siempre le daba misteriosas golosinas cada vez que lo visitaba: ¡El Sr. Pantalones Peludos de Zorro! Sabía dónde podía encontrarlo, así que, sin dudarlo, salieron corriendo por los túneles subterráneos hasta llegar a la guarida secreta del Sr. Peludo.
El Sr. Peludo les recibió amablemente, como siempre, ofreciéndoles su propia marca de jarabe mágico, que convertía en extraordinario cualquier pastel de sartén. Y, efectivamente, cuando se presentaron de nuevo ante aquellos siete niños, se les hizo la boca agua ante tan increíble espectáculo: Una pila dorada de apetitosas tortitas bañadas en dulce sirope… Nuestro regordete protagonista había sido salvado por el valor
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