Érase una vez el pequeño Lo Lo, que vivía en el centro de la ciudad. Tenía muchas tareas que hacer y parecía no poder descansar nunca. Un día, decidió que necesitaba algo de diversión en su vida y salió en busca de algo especial.
Lo Lo tropezó con una juguetería y encontró un yoyó rojo en la estantería. Le pareció divertido y lo compró enseguida. No se imaginaba que ése sería el comienzo de un viaje increíble.
Se llevó su nuevo juguete a casa y estuvo practicando todo el día, intentando dominar sus trucos. Pero por mucho que lo intentara, ¡nada parecía funcionar! El pobre Lolo se estaba frustrando mucho, pero entonces recordó lo que le dijo su mamá «Si a la primera no tienes éxito, ¡inténtalo de nuevo!». Y eso es exactamente lo que hizo Lolo: ¡una y otra vez!
Finalmente, tras horas de práctica, ¡Lolo consiguió dominarlo! Ahora podía hacer que el yoyó subiera y bajara con facilidad, incluso cuando caminaba o estaba parado. Todo el mundo estaba asombrado de lo creativo que se había vuelto Lolo con su nueva habilidad.
Pronto se corrió la voz por toda la ciudad sobre este niño con talento que podía hacer trucos increíbles con un solo yoyó diminuto. En todas partes la gente quería que mostrara sus habilidades y pronto le llamaron «El Maestro del Yo-Yo». Incluso cuando los tiempos se volvían difíciles o estresantes para el pobre Lolo, seguía practicando, porque con creatividad todo puede ser posible si crees en ti mismo lo suficiente… ¡incluso dominar un yoyo tan pequeño como el de LoLo!

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