Había una vez un niño llamado Joe al que nada le gustaba más que pasar tiempo con su mamá y su papá. Una noche, cuando estaba metido en la cama, Joe tuvo una idea: «Mamá y papá, ¿puedo dormir en vuestra cama esta noche?». Sus padres se miraron con complicidad antes de responder:
«¡No, Joe! Tienes que quedarte en tu propia cama», dijo mamá.
A Joe no le gustó esta respuesta, pero sabía que no significaba un no para siempre. Decidió idear algunas soluciones creativas que hicieran que dormir en su habitación pareciera la mejor opción. Les preguntó si podían leerle cuentos o jugar juntos hasta que se sintiera lo suficientemente somnoliento como para volver a su propia habitación, pero de nuevo le negaron esta petición. Le recordaron todas las actividades divertidas que hacen juntos durante el día y lo importante que es para la independencia de todos que cada uno tenga su propio espacio también por la noche.
Joe escuchó atentamente cómo mamá le explicaba por qué no podía dormir en su dormitorio esta noche, ¡aunque sonaba muy bien! Pero entonces dijo algo que mejoró las cosas: prometió que un día, cuando Joe se sintiera preparado, podría empezar a dormir solo sin necesitar la ayuda o el permiso de nadie. Esto hizo que Joe se sintiera mucho más feliz, así que después de dar a mamá y a papá un gran abrazo de buenas noches, se fue a su dormitorio sintiéndose mucho más seguro de ser lo suficientemente independiente como para dormir pronto solo.
El final
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