Había una vez un valiente soldado llamado Jack. Era el soldado más valiente y leal de todo su reino. Un día, mientras patrullaba por el bosque, se encontró con un anciano que parecía estar perdido. El anciano le dijo que podía concederle un deseo si Jack le ayudaba a salir del bosque.
Jack pensó largo y tendido sobre lo que quería como deseo, pero finalmente decidió que quería algo milagroso, algo que ningún otro soldado había conseguido antes: una luz azul mágica. El anciano sonrió con complicidad y le dio a Jack exactamente lo que deseaba: un pequeño frasco de cristal lleno de una luz azul etérea que brillaba con poder y fuerza cada vez que se exponía al aire o a la luz del sol.
Jack se llevó su nueva y preciada posesión de vuelta a casa y la mostró a todos los que visitaban su pueblo. Pero pronto se extendió la noticia de esta misteriosa luz mágica, que llegó a oídos del mismísimo rey Enrique. Intrigado por su poder, el rey Enrique mandó llamar a Jack para que la trajera de inmediato y pudieran examinarla juntos.
Sin embargo, cuando finalmente abrieron el frasco, ambos se sorprendieron de lo poderoso que era el rayo de luz azul, que iluminaba todo el castillo con su cálido resplandor. Ahora, más intrigado que antes, el rey Enrique le preguntó a Jack de dónde procedía exactamente ese objeto tan especial… y después de oír todo sobre su aventura en busca de ese objeto mágico -incluso desafiando a algunos gigantes por el camino-, ¡el rey le concedió a Jack todo lo que deseara como agradecimiento por haber encontrado un regalo tan increíble!
Hoy en día todavía se pueden encontrar historias compartidas en muchos pueblos que cuentan historias de valentía y coraje, inspiradas en el viaje aventurero de nuestro héroe a través de los espesos bosques en busca de un tesoro único sólo apto para reyes: ¡La Luz Azul!
Deja una respuesta