Había una vez una niña valiente llamada Tasha. Le encantaba explorar y conocer el mundo que la rodeaba. Una noche, tuvo un sueño increíble en el que volaba por el espacio en un viaje mágico.
Tasha surcó el cielo nocturno y pronto se encontró en órbita alrededor de la luna de la Tierra. La vista de nuestro planeta desde arriba la dejó boquiabierta, hasta el punto de que decidió seguir explorando más allá del Sistema Solar.
A medida que Tasha volaba junto a cada planeta, se maravillaba de su belleza única y aprendía más sobre ellos a lo largo del camino: desde las temperaturas abrasadoras de Mercurio hasta los anillos helados de Neptuno. Por el camino, se dio cuenta de algo extraño: De vez en cuando había pequeños trozos de basura flotando en el espacio. Aunque no era visible desde abajo en la Tierra, aquí arriba estaba por todas partes.
Esto entristeció mucho a la pequeña Tasha, porque estos trozos de basura podían causar daños a todo tipo de criaturas que vivían en el espacio… ¡por no mencionar que también arruinaban su belleza natural! Así que, en lugar de continuar con su divertido viaje de exploración, Tasha se tomó un tiempo para realizar una misión de limpieza. Recogió todo tipo de basura durante sus viajes, desde bolsas y botellas de plástico hasta viejas piezas de cohetes, e incluso consiguió llenar dos naves espaciales enteras de basura antes de volver a casa sana y salva (¡y con mucho menos desorden!).
De vuelta a la Tierra, Tasha supo lo importante que es el trabajo de proteger nuestro medio ambiente… Así que, desde aquella especial aventura nocturna de ensueño visitando todos los planetas del Sistema Solar, siempre que alguien le pregunta qué tipo de superhéroe quiere ser de mayor, Tasha dice sin dudarlo: «¡Un Ecohéroe!».
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