Había una vez una hermosa sirena llamada Ariel que vivía en un reino submarino. Tenía un pelo largo y dorado, unos ojos azules brillantes y la cola más bonita que jamás hayas visto.
A Ariel le encantaba explorar el mundo por encima de las olas y a menudo observaba a los humanos desde lejos. Un día vio algo que le hizo saltar el corazón: ¡era un hombre con el pelo dorado, igual que el suyo! Se llamaba Príncipe Eric y estaba muy guapo en su barco.
Ariel estaba desesperada por conocerlo, pero sabía que no podía acercarse demasiado porque no tenía piernas ni pies. Entonces, una de sus amigas le habló de una mágica bruja del mar llamada Úrsula, que podía ayudarle a hacer realidad todos sus sueños.
Úrsula ofreció a Ariel un trato: si renunciaba a su voz durante tres días, Úrsula convertiría a Ariel en una humana para que pudiera estar con el príncipe Eric. Sin pensarlo dos veces, Ariel aceptó y pronto se encontró caminando por la playa hacia el palacio del príncipe Eric sin decir una sola palabra.
El príncipe Eric pensó que había ocurrido algo extraño cuando conoció a esta misteriosa chica en su playa, pero aun así la invitó a su palacio. Durante el tiempo que pasaron juntos, se enamoraron profundamente, pero desgraciadamente, a la medianoche del tercer día, Ariel volvió a convertirse en sirena por culpa del poderoso hechizo de Úrsula… ¡o eso creían todos!
Sin embargo, justo antes de que llegara la medianoche, el príncipe Eric se dio cuenta de lo que había hecho y agarró la mano de Ariel justo antes de que desapareciera bajo las olas para siempre; así se salvaron ambos de ser separados por la malvada maldición de Úrsula. Los dos se casaron poco después y vivieron felices para siempre rodeados de su querida familia bajo el mar.
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