Érase una vez un hipopótamo grande y perezoso llamado Matko. Era la hipopótamo más grande de su pequeña aldea y le encantaba pasar los días holgazaneando en el barro.
Un día, sin embargo, Matko quiso explorar fuera de la aldea y decidió emprender una aventura. Pero cuando intentó salir por la puerta, ¡se encontró con que era demasiado pequeña para ella! Por mucho que Matko lo intentara, no podía pasar.
Matko se sintió muy desanimada, pero de repente recordó algo importante: ¡nadie era como ella y eso la hacía especial! Así que en lugar de intentar encajar en un espacio que no estaba hecho para su tamaño, Matko pensó en otra forma: ¿y si pasaba por encima?
Con una nueva determinación, Matko se subió a la valla que rodeaba la puerta y cruzó lentamente hasta llegar al otro lado. Pronto dejó atrás a todos los que dudaban de que una criatura tan grande pudiera hacer su propio camino.
En cuanto se dio cuenta de ello, Matko se llenó de orgullo por haber conseguido algo que nadie creía posible, demostrando una vez más que ser diferente no es más que una ventaja. A partir de entonces, cada vez que alguien le preguntaba por su viaje más allá de la puerta, decía con orgullo: «Lo hice a mi manera, ¡como yo!».
Esta historia nos muestra que, independientemente de nuestro tamaño o forma, siempre debemos creer en nosotros mismos y sentirnos orgullosos de lo que somos, ¡porque cada uno tiene sus propios dones únicos que puede aportar a este mundo!
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