Érase una vez, en lo más profundo del jardín del Sr. McGregor, vivía una familia de cinco conejos Flopsy. Siempre estaban llenos de energía y curiosidad y les encantaba explorar su entorno.
Un día, tropezaron con unas lechugas especialmente deliciosas que crecían en un rincón del jardín. Los conejitos no pudieron evitarlo: ¡tenían que comerla! Con mucha emoción, empezaron a masticar las suculentas hojas hasta que se acabaron todas.
Los conejos Flopsy estaban tan contentos con su festín que decidieron echarse una siesta allí mismo, en las camas del jardín, ¡pero no sabían que no sería un sueño normal! En cuanto sus ojos se cerraron y todo quedó en silencio a su alrededor, un malvado plan formulado por el Sr. McGregor entró en acción… El Sr. McGregor había planeado precisamente esta oportunidad: ¡construyó rápidamente una valla alrededor de los conejitos dormidos atrapándolos en su jardín!
El pánico se apoderó de nuestros esponjosos amigos cuando llegó la mañana y los encontró todavía encerrados dentro de las vallas del Sr. McGregor: ¿qué podría salvarlos ahora? Un viejo conejo sabio llamado Peter sugirió que si cada conejo utilizaba su creatividad y su capacidad de pensamiento independiente, ¡seguramente juntos podrían encontrar una forma de salir de esta desafortunada situación!
Y, efectivamente, después de muchos intentos y errores (y mucha creatividad para resolver problemas), un valiente conejo consiguió roer parte de la valla, lo que permitió a los cinco conejos volver a la libertad.
La lección que se desprende de esto es clara: utiliza tu imaginación y no pierdas nunca la esperanza incluso cuando te enfrentes a situaciones aparentemente imposibles… ¡porque nada es realmente imposible cuando pones tu mente (y tus dientes) a trabajar!
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