Había una vez una anciana que vivía sola en una casita en medio de un bosque. No tenía más compañía que la de los pájaros, a los que oía cantar todos los días junto a su ventana.
Un día, al mirar por la ventana, vio un hermoso gorrión posado en una rama que sobresalía. Su visión la llenó de codicia y rabia; ¿por qué este joven pájaro era tan feliz cuando ella estaba sola? Así que, en un arrebato de rencor, la anciana agarró al gorrión y le cortó la lengua.
El pobre gorrión se alejó volando en agonía, sin poder cantar ni pedir ayuda. Encontró refugio en otra parte del bosque, donde le cuidaron sus compañeros hasta que se curó la herida. Pero el pajarito nunca olvidó lo que le había sucedido a manos de aquella cruel anciana.
Mientras tanto, en su casa, la vida continuaba como de costumbre para la anciana, hasta que una noche empezaron a ocurrir cosas extrañas alrededor de su casa: los muebles se movían solos y extrañas voces susurraban a través de las grietas bajo las puertas; ¡parecía que algún tipo de fuerza mágica la visitaba!
A la mañana siguiente se llevó una sorpresa aún mayor: cuando abrió la puerta, ¡había dos grandes cuervos esperando algo de ella! Llevaban regalos -un fajo lleno de monedas de oro y joyas incomparables- y le dijeron que era un pago por lo que había hecho a su amigo hace muchas lunas: ¡el Gorrión de la Lengua! Al darse cuenta de que la bondad siempre es recompensada aunque se retrase, la anciana les dio las gracias con gratitud antes de ofrecer a cada cuervo algo especial desde su interior: una palabra amable
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