Érase una vez, en un reino lejano, una joven valiente y hermosa llamada Janet. Llevaba algunos meses cortejando al apuesto caballero Sir William, y su amor era verdadero.
Un día, mientras Janet salía a pasear por el bosque cercano, oyó un canto procedente de sus profundidades. Le resultaba inquietantemente familiar, pero no podía situarlo hasta que finalmente lo reconoció como la voz de su amado Sir William. Un escalofrío recorrió su cuerpo al darse cuenta de que debía de haber sido capturado por alguna criatura mágica dentro del oscuro bosque. Sin dudarlo, Lady Janet se precipitó hacia los árboles decidida a rescatarlo de cualquier peligro al que se enfrentara.
En el corazón del bosque había un antiguo castillo rodeado de extrañas luces brillantes que proyectaban un inquietante resplandor sobre sus muros. A medida que Lady Janet se acercaba, pudo oír el eco de las risas en sus pasillos; risas que pertenecían nada menos que a una poderosa reina de las hadas que celebraba la corte dentro de estos mismos muros. Se decía que los poderes de la reina eran tan fuertes que ni siquiera los hombres mortales habían escapado nunca de sus garras… ¡pero Lady Janet estaba decidida a liberar a Sir William como fuera!
Con valor en el corazón y fuerza en el paso, Lady Janet entró con valentía en la corte de la reina Mab, donde se encontró cara a cara con hadas y caballeros por igual, todos ellos bajo el control hechizado de Mab, excepto uno: ¡El propio Sir William! Ver a su amada ante ellos le dio la esperanza suficiente para liberarse por fin de las garras de su captor, ¡pero sólo si lograban escapar juntos con la suficiente rapidez!
Utilizando todo su ingenio, combinado con la pura fuerza de voluntad, idearon un ingenioso plan que finalmente les permitió a ambos liberarse… ¡escapando a duras penas con sus vidas intactas y dejando a la reina Mab con las manos vacías una vez más! De este modo, Lady Janet demostró lo fuerte y valiente que puede ser el amor cuando se enfrenta a obstáculos insuperables, como los que plantean incluso las reinas de las hadas, como la propia Mab. Y desde entonces se sabe en todos los reinos cercanos y lejanos: ¡nunca subestimes lo que el Amor puede hacer cuando se le da la mitad de la oportunidad!
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