Érase una vez un bebé que vivía en una selva india. Sus padres eran muy cariñosos y protectores, pero el pequeño siempre tenía curiosidad y ganas de explorar. Un día, mientras jugaba en su cabaña, se fijó en una serpiente que se deslizaba entre los arbustos. Fascinado por su movimiento, la siguió hasta el corazón de la selva.
Cuanto más se adentraba, más criaturas fascinantes veía. Encontró pájaros de colores vivos, monos que se balanceaban de un árbol a otro e incluso vio algunos elefantes salvajes pastando en las hierbas cercanas. Se sintió como si hubiera entrado en otro mundo, ¡uno lleno de emoción y aventura!
Sin embargo, cuando empezó a caer la noche, nuestro valiente explorador empezó a sentir miedo porque unos ruidos extraños llenaban la oscuridad que le rodeaba. Pero de repente, de la nada, apareció un anciano vestido con un traje tradicional que se presentó amablemente como «Hombre de la Selva». El Hombre de la Selva le dijo que ése era su hogar desde hacía muchos años y le ofreció protección contra cualquier depredador que acechara en las sombras. El bebé aceptó de buen grado su ayuda, ¡sintiéndose por fin a salvo!
Los días siguientes estuvieron llenos de aventuras llenas de diversión, con el Hombre de la Selva enseñando a nuestro héroe los diferentes animales que viven en esta parte de la selva: sus hábitos
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