Había una vez un perro profesional llamado Ace al que le encantaba aprender cosas nuevas. Le habían entrenado desde que era un cachorro y ahora se sabía todo el abecedario.
Ace vivía con otros cuatro perros en una casa de animales donde cada uno tenía su propio trabajo. Sus amigos eran Bob, que trabajaba como perro guardián, Charlie, el artista, y Eddy, el perro repartidor.
Un día Ace decidió que sería divertido enseñar a sus amigos a aprender también el abecedario. Así que todas las mañanas, a las 8 en punto, Ace ladraba cada letra una por una, empezando por la A-Z.
Al principio, ninguno de ellos podía recordar el orden en el que debían ir, pero después de practicar un poco, todos acabaron aprendiendo, incluido Bob, que empezó a ladrar con él cuando recordó lo que venía después.
Al mediodía todos se sabían perfectamente todas las letras y, lo que es mejor, disfrutaban aprendiendo juntos como un equipo, tal y como deberían hacer los profesionales. A partir de entonces, cuando alguien necesitaba ayuda para recordar algo o quería aprender algo nuevo, se dirigía directamente a Ace para pedirle consejo, ¡porque él siempre parecía saber más!
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