Había una vez una niña llamada Pulgarcita. Era tan pequeña que cabía en la palma de la mano. Un día, Pulgarcita decidió ir de aventura y explorar el mundo que la rodeaba.
Se encontró con un hermoso estanque en el que crecían muchos nenúfares. Los pétalos de las flores eran tan suaves y atrayentes que no pudo resistirse a saltar a uno de ellos. Pero el pétalo se cerró a su alrededor cuando trató de saltar de nuevo, ¡se quedó atrapada dentro!
En ese momento llegó una simpática rana que se ofreció a ayudarla a salir si aceptaba ser su amiga para siempre. Se acercó de un salto al lugar en el que Pulgarcita estaba atascada y croó muy fuerte hasta que el lirio se abrió lo suficiente para que pudiera sacarla con la lengua.
Pulgarcita le dio las gracias por haberla rescatado de una situación tan embarazosa y desde entonces se hicieron muy amigos. Siguieron saltando juntos por toda la pradera en busca de nuevos lugares y cosas que explorar.
Pronto cayó la noche, pero Pulgarcita no tenía miedo porque sabía que Rana la protegería pasara lo que pasara: ¡incluso la dejaba dormir encima de su cabeza como almohada! Mientras continuaban su viaje por el oscuro bosque en busca de refugio, se encontraron con algunas criaturas extrañas, como arañas gigantes que tejían telas entre los árboles, ¡lo que les hizo huir gritando!
Sin embargo, al final tropezaron con una vieja casa de ratones abandonada en lo más profundo del bosque, que parecía lo suficientemente segura para ambos, aunque ninguno de los dos quería pasar demasiado tiempo allí, puesto que ya no vivía nadie más… ¿o sí? En cuanto Frog abrió la puerta, vio que algo se escabullía hacia su agujero bajo las tablas del suelo: ¡debía de ser otro ratón que vivía allí solo!
Después de explorar todos los rincones de este misterioso lugar (¡y de encontrar muchas más cosas interesantes!), llegó la hora de irse a la cama, así que Pulgarcita se buscó otro sitio cómodo cerca de unos acogedores fardos de heno, mientras Rana se acurrucaba a su lado vigilando toda la noche hasta que llegara de nuevo la mañana…
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