Había una vez una reina feliz en su hermoso castillo. La reina era querida por todos sus súbditos y la respetaban mucho. Pero un día, el rey se puso celoso de la popularidad de la reina y decidió intentar quitarle su poder. Envió a sus guardias de mayor confianza para que la capturaran y la trajeran ante él para poder castigarla por no obedecerle.
Pero ocurrió algo inesperado: Un pequeño ratón apareció de la nada e impidió que los guardias se llevaran a la reina. Este ratón no era un roedor corriente; tenía poderes mágicos que le permitían moverse con rapidez, esquivar los ataques e incluso hacerse invisible cuando era necesario.
El ratoncito bueno ayudó a proteger a la reina de los iracundos hombres del rey hasta que finalmente pudieron escapar al bosque. El valiente ratón se quedó con ellos mientras se abrían paso a través del denso follaje hasta que finalmente llegaron a un lugar seguro en otro reino, muy lejos de donde empezaron.
La Reina, agradecida, agradeció al ratoncito bueno su ayuda antes de emprender de nuevo el viaje hacia su nueva libertad. La recompensó con trozos de queso que llevaba en abundancia gracias a las hadas mágicas que vivían cerca y que proporcionaban comida a los que viajaban por su bosque natal.
La bondadosa Reina también prometió que, si alguna vez volvía a casa sana y salva, se aseguraría de que esta valiente criatura no volviera a sufrir ningún daño, ¡una promesa que cumplió al volver victoriosa años después! Hasta el día de hoy, la gente sigue contando historias sobre cómo una diminuta pero valiente criatura ayudó a salvar a todo un reino de la destrucción inducida por los celos… La historia del «ratoncito bueno».
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