Érase una vez una noche de Halloween en la que tres amigos, Leah, Emmie y Tim, decidieron ir juntos a pedir caramelos. Iban disfrazados de sus personajes favoritos y esperaban con impaciencia las golosinas que iban a recibir.
Mientras caminaban por la calle, notaron algo extraño delante de ellos. Tres gatos se dirigían hacia ellos. ¡Los gatos tenían ojos de color naranja brillante y orejas puntiagudas que los hacían parecer gatos de Halloween!
Los niños se detuvieron en seco cuando uno de los gatos habló: «Buscamos a alguien lo bastante valiente como para acompañarnos en nuestro viaje». Los otros dos gatos asintieron con la cabeza.
Leah, Emmie y Tim dudaron al principio porque les parecía demasiado espeluznante, pero luego recordaron lo que sus padres habían dicho sobre el peligro de los extraños, así que rechazaron la oferta educadamente y siguieron alejándose del trío terrorífico. Sin embargo, esto no les detuvo, ya que un gato persiguió a Leah gritando su nombre y pidiéndole que no le abandonara.
Leah se sentía ahora asustada, pero se mantuvo fuerte y le dijo con firmeza que se iba a casa sola con sus amigos, lo que sólo hizo que el gato fuera más persistente hasta que finalmente desistió de su persecución, dejando a Leah aliviada.
Respiró hondo antes de dar la vuelta para ver si le esperaban más encuentros inusuales en el camino de vuelta a casa, pero por suerte no hubo más sorpresas esa noche, ¡excepto la abundancia de caramelos de todos esos amables vecinos que les acogieron en sus casas!
A la mañana siguiente, Leah, Emmie y Tim contaron los sucesos de la noche anterior durante el desayuno, hablando de la suerte que habían tenido al no arriesgarse a meterse en algún tipo de problema por aceptar la ayuda de extraños como esos misteriosos Gatos de Halloween, aunque al principio pareciera tentador por su naturaleza intrigante, ¡algo que siempre debes tener en cuenta al pedir dulces o al relacionarte con cualquier cosa sospechosa durante tus aventuras!
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