Había una vez una niña llamada Abigail que adoraba su mantita especial. Se acurrucaba con ella todas las noches y la llevaba a todas partes. Era su cosa favorita en el mundo y siempre la hacía sentir segura y protegida.
Un día, Abigail decidió ir de aventura con su mantita especial. Preparó unos bocadillos para ella, cogió la manta y salió al aire libre.
Cuando llegó al parque, Abigail se dio cuenta rápidamente de que podía hacer muchas cosas con su manta especial, desde volar cometas hasta hacer picnics en la hierba. Nunca se había planteado realizar estas actividades, pero ahora que tenía una acogedora compañera a su lado, ¡todo parecía posible!
Abigail no tardó en construir castillos de arena en la orilla mientras se acurrucaba bajo su manta cuando hacía frío fuera. Las olas golpeaban sus pies mientras hablaban de todo tipo de cosas, desde la escuela hasta las películas o cualquier otra cosa que se les ocurriera.
Al final de su viaje, Abigail aprendió algo muy importante: ¡puedes hacer muchas cosas con tu mantita especial! Ya sea ir de aventuras juntos o simplemente quedarse en casa viendo películas, las posibilidades son infinitas cuando tienes a alguien (o algo) a tu lado como tu mantita especial.
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