Había una vez una niña llamada Daisy. Vivía con su madre en una acogedora casa junto al mar.
Una mañana, Daisy se despertó y se dio cuenta de que su madre seguía durmiendo. Quería vestirse, así que decidió vestirse sola sin despertar a su madre.
Primero, Daisy se puso su vestido rosa favorito con lunares blancos. Luego cogió unos calcetines y se los puso también. Después, eligió dos zapatos -uno rojo y otro azul- del montón de zapatos que había en el pasillo.
A continuación, Daisy fue de puntillas a la cocina para prepararse el desayuno. Encontró cereales en la alacena y los echó en un cuenco antes de añadir leche de la nevera. Cuando todo estuvo listo, se sentó a la mesa para disfrutar sola de su desayuno.
Por último, Daisy se arregló antes de salir a jugar al sol durante todo el día. Aunque le costó mucho trabajo vestirse sola, sin la ayuda de mamá o papá, Daisy se sintió orgullosa de haberlo hecho sola.
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