Rosie Posie y el Jardín de las Delicias
En una cálida noche de verano, Rosie Posie estaba profundamente dormida en su cama cuando oyó una misteriosa voz que la llamaba desde fuera. Abrió la ventana y vio que era la luna llena, que la llamaba con su luz plateada.
Curiosa, Rosie Posie decidió seguir la llamada de la luna y se aventuró en la oscuridad. Tras caminar durante lo que le parecieron horas, se encontró frente a una vieja puerta que conducía a un jardín secreto. Con la emoción que le invadía el pecho, empujó la puerta y entró.
El jardín estaba lleno de plantas y flores exóticas que brillaban bajo la luz de la luna. También había extraños animales correteando: mapaches acurrucados entre rosas silvestres, liebres que corrían por la exuberante hierba, zorros que descansaban bajo la sombra de los árboles, todos ellos tranquilos en su sueño nocturno.
Un poco más adelante había una playa junto al mar en la que Rosie podía ver a los delfines jugando en las brillantes olas mientras las gaviotas se elevaban por encima de ellos en corrientes de aire. Por si esto no fuera ya lo suficientemente mágico, las estrellas brillaban desde arriba como si hubieran venido especialmente para la visita especial de Rosie Posie.
Ya era tarde, pero aún no podía alejarse de este lugar encantador, RosiaPosia se sentó en un acogedor banco hecho con tocones de árboles, cerca de unos nenúfares que flotaban en un estanque idílico, rodeados de luciérnagas que bailaban con delicadeza. Este lugar era tan relajante, como si el tiempo se hubiera detenido en ese momento, hasta el punto de que pronto se quedó dormida allí mismo. Cuando llegó la mañana, RosiaPosia se despertó sintiéndose renovada y con energía, y supo que este hermoso Jardín de las Delicias formaría parte de su vida para siempre.
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