Había una vez una joven llamada Mila que vivía en las tierras del norte de Noruega. Tenía un espíritu aventurero y le encantaba explorar el mundo que la rodeaba. Un día, Mila se topó con un viejo palacio abandonado con hermosos jardines llenos de extrañas criaturas.
El anciano que estaba en la entrada la acogió calurosamente y le dijo que ése había sido su hogar hasta que perdió a su amada esposa por una enfermedad hace muchos años. El anciano se ofreció a darle a Mila algo muy especial a cambio de una promesa: si la rompía, todo estaría perdido para siempre. Sin dudarlo, Mila hizo la promesa y recibió de él una pequeña caja de madera que contenía tres piedras brillantes, cada una de las cuales representaba el valor, la comunicación y el amor.
Mila se olvidó rápidamente de su promesa en cuanto regresó a casa, pero al anochecer de esa misma noche, ¡un oso blanco apareció de la nada pidiendo ayuda a la familia de Mila! Dijo que estaba maldito por una malvada Reina Troll que le exigía que encontrara a alguien lo suficientemente dispuesto a viajar al este del sol y al oeste de la luna para romper el hechizo que pesaba sobre él o, de lo contrario, ¡nunca volverían a verse!
Sin pensárselo dos veces antes de romper su promesa, la valiente Mila decidió que debía ir a salvarlo, ¡sin importar el peligro que le esperaba! Así que, con nada más que su ingenio y su valor (¡y esas tres piedras mágicas!) guardadas a buen recaudo en un bolsillo oculto bajo capas de ropa, ¡se lanzaron a la aventura! Se enfrentaron a muchos obstáculos a lo largo de su viaje, incluyendo duras tormentas en el mar que amenazaron sus vidas varias veces antes de llegar a su destino cerca de la medianoche del tercer día después de zarpar.
Finalmente, llegaron al castillo del Sol del Este y la Luna del Oeste, donde reinaba la malvada Reina Troll; se produjo una feroz batalla entre los trolls
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