Había una vez un caracol diminuto que vivía en el jardín del Granjero Verde. Era el más pequeño de todos los caracoles, y tenía que tener mucho cuidado para no ser descubierto por el Granjero Verde. Todos los días salía al jardín y buscaba un lugar para esconderse de la vista.
Un día, como de costumbre, salió al jardín en busca de un lugar seguro cuando, de repente, ocurrió algo insólito: en lugar de encontrar un buen escondite, ¡se encontró con que el Granjero Verde lo había atrapado!
El caracol empezó a asustarse, pero luego se dio cuenta de que, después de todo, no era tan malo; ¿quizá el granjero Green tenía algún plan para él? Al poco tiempo, sus sospechas se confirmaron: ¡parece que el Granjero Verde lo quería para su ensalada!
Al principio se sintió bastante asustado, pero luego recordó lo que siempre decía su madre: «Puedes ser pequeño, pero puedes hacer que ocurran cosas grandes». Así que con este pensamiento en mente, decidió dar un espectáculo impresionante y demostrar lo fuerte que podía ser hasta el caracol más pequeño.
Utilizando toda su fuerza y determinación, consiguió escapar de las garras del Granjero Verde y acabó de nuevo a salvo en su lugar favorito entre las flores. A partir de ese momento, cuando alguien le preguntara por él, diría: «Ese es el caracol más pequeño, al que le resulta más fácil esconderse del granjero verde», porque por muy pequeño que seas, a veces vale la pena mantenerse firme.
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