Érase una vez, en una tierra lejana, una mujer llamada Jane. Llevaba muchos años casada con su querido marido Bill, que era un cerdo cualquiera. Aunque a algunas personas les parezca extraño, Jane quería mucho a Bill y le seguiría hasta el fin del mundo si pudiera.
Un día, mientras paseaba con Bill por el campo cerca de su casa, tropezaron con una vieja granja abandonada. Cuando exploraron más en sus profundidades, notaron algo peculiar: ¡parecía haber una especie de encantamiento que la rodeaba! Siguieron explorando hasta que, de repente, oyeron una fuerte voz que gritaba: «¡Nos atacan!».
La pareja corrió rápidamente hacia el exterior y vio que el origen de ese grito procedía nada menos que de uno de los viejos amigos de Bill: ¡un cerdo parlante llamado Percy! Les explicó que él y su familia estaban siendo aterrorizados por una bruja malvada que vivía cerca y no quería otra cosa que apoderarse de su granja.
Percy les pidió ayuda, así que, sin dudarlo, Jane y Bill accedieron a hacer lo que fuera necesario para salvar a su familia de esa malvada bruja. Juntos, con Percy a la cabeza, se adentraron en el oscuro bosque donde ningún hombre ni animal había ido antes… ¡y llegaron por fin al castillo de la bruja! Ante ellos se alzaban altos muros hechos completamente de espinas que rodeaban una gran puerta custodiada por dos lobos gigantes, ¡claramente no son caras amigas! Sin embargo, impávida, Jane se agarró con fuerza a la mano de su marido y avanzó con valentía…
Utilizando todo su valor (y su amor) se dirigió directamente a los dos lobos diciendo: «En mi corazón sé que podemos triunfar contra cualquier obstáculo si nos mantenemos unidos». Con estas palabras pronunciadas en voz alta, como si se tratara de la propia magia, las paredes espinosas se derritieron revelando hermosos jardines llenos de flores de colores tras ellas… En su interior había un cerdo encantado que, al tocarlo, brillaba con fuerza, indicando que eso era lo que habían estado buscando todo el tiempo: ¡la prueba de que el amor verdadero lo vence todo!
Junto con la familia de Percy, volvieron a casa sanos y salvos gracias a su esfuerzo conjunto; Jane comprendió por fin por qué ha seguido a su amado marido a todas partes, porque la vida siempre es mejor cuando estás rodeado de los que más quieres; ¡como tu propio cuento de hadas hecho realidad aquí mismo, en la tierra!
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