Érase una vez, en la tierra de Noruega, un hombre valiente y noble llamado Botas. Era conocido en todo el reino por su valor y su fuerza, pero tenía un secreto que nadie conocía: Su leal compañero Dapplegrim.
Dapplegrim era un caballo increíble con poderes mágicos. Cuando Botas lo montaba, podía viajar más rápido que cualquier otro corcel de toda Escandinavia. Pero lo que hacía a Dapplegrim tan especial no era sólo su velocidad, sino la amistad entre él y Botas, que los hacía inseparables.
Un día, mientras cabalgaba en una tarde soleada, Botas se encontró con un trol que le retó a una carrera. El trol se jactó de que ninguna criatura viva podría ganarle en una carrera a través de dos montañas, ¡ni siquiera el poderoso Dapplegrim!
Botas aceptó el reto sin dudarlo; después de todo, con su fiel corcel a su lado, ¿cómo podría perder? Mientras corrían por las colinas y los arroyos, quedó claro qué caballo tenía más resistencia, ya que Dapplegrim seguía fácilmente el ritmo de la montura de los trolls. Inevitablemente, llegaron primero a su destino, para sorpresa de todos los espectadores.
En cuanto cruzaron la línea de meta, Boot’s oyó una voz desde arriba que decía: «¡Bien hecho, amigo mío!». ¡No era otro que el mismísimo Odín felicitando a ambos por su victoria! Odín declaró entonces que todo aquel que se mantuviera fiel a sus promesas sería recompensado con una gran fortuna y éxito, como los que hoy se les han concedido a Botas Valiente y a DappleGrim. Desde entonces, estos dos fueron amigos inseparables hasta que la muerte los separó, lo que demuestra que los cuentos de hadas nórdicos siguen vivos.

Deja una respuesta