Érase una vez, en la era digital, una niña llamada Shree. Era inteligente y curiosa y le encantaba explorar el mundo que la rodeaba.
Un día, mientras navegaba por Internet, se topó con un interesante sitio web que le llamó la atención: ¡se llamaba Cyber Friends! En él, personas de todo el mundo podían conectarse y hacerse amigos entre sí. Después de explorar un poco, Shree decidió probarlo y se hizo una cuenta.
Pronto hizo muchos amigos nuevos en Cyber Friends, pero uno en particular destacó: Se llamaba Sophia y, al igual que a Shree, parecía que también le gustaba explorar el mundo. Rápidamente se hicieron muy amigas, hablando de sus intereses, compartiendo historias de sus aventuras (tanto reales como imaginarias)… ¡se divertían mucho juntas!
Pero poco después empezó a ocurrir algo extraño: Sophia empezó a enviar mensajes extraños en los que pedía a Shree que compartiera información personal o hiciera clic en enlaces sospechosos. Alarmado por este repentino cambio de comportamiento, Shree se enfrentó a Sophia, que le reveló que había estado mintiendo sobre quién era realmente todo el tiempo: ¡resulta que «Sophia» ni siquiera era real! Había estado utilizando la identidad de otra persona sin su permiso para engañar a otras personas y hacer que entregaran datos privados o hicieran clic en enlaces maliciosos.
Conmocionada por esta revelación del engaño, Shree eliminó inmediatamente su cuenta en Cyber Friends, jurando no volver a confiar en nadie en línea antes de desconectarse para siempre…
A partir de entonces, cada vez que alguien le preguntaba si podían ser amigos en línea, ella simplemente respondía: «De ninguna manera, ahora lo sé». Y cada vez que alguien intentaba convencerla de lo contrario, recordaba El Misterio del Ciberamigo. Esta experiencia enseñó a la joven Shree una importante lección: ten cuidado cuando hagas amigos en Internet, ya que nunca sabes quién está detrás de esos perfiles o qué pueden estar tramando.
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