Había una vez un viejo pescador y su mujer. Eran muy pobres, pero estaban contentos con su vida.
Un día, el pescador salió en su barca para pescar algo para la cena. En lugar de encontrar peces, pescó algo extraño: ¡era un pez mágico que hablaba! El pez le dijo al pescador que si le dejaba volver al mar, ¡le concedería tres deseos!
El pescador no podía creerlo y soltó al pez mágico de vuelta al mar. Corrió a casa para contarle a su mujer lo que había pasado, ¡los dos pensaron que era demasiado bueno para ser verdad! Pero pronto empezaron a pensar en todas las cosas que podían desear…
La pareja decidió que su primer deseo debía ser una casa más grande, con más habitaciones y muebles que la actual. Pidieron con todas sus fuerzas esta nueva casa y, como por arte de magia, ¡ahí estaba, delante de su puerta! Era incluso mejor de lo que habían imaginado: ¡perfecta en todos los sentidos!
Su segundo deseo fue tener mucho dinero para no tener que preocuparse nunca más de ser pobres. El tercer deseo llegó mucho más rápido de lo que esperaban: en lugar de dinero u objetos materiales, esta vez sólo deseaban ser felices para siempre, sin importar lo que la vida les deparara. Y así, de repente, todo se sintió diferente; tranquilo y feliz a pesar del poco dinero o las pocas pertenencias que pudieran tener ahora o en tiempos futuros…
A partir de ese momento, el viejo pescador y su mujer vivieron felices para siempre, disfrutando de la compañía del otro en su acogedor hogar, rodeados de amor.
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