Había una vez una hermosa princesa llamada Babiole. Tenía una larga melena dorada y unos ojos tan azules como el cielo. Todos en el reino la querían, pero una persona no: El hada malvada que vivía en lo más profundo del bosque.
El hada malvada estaba celosa de la belleza de Babiole y decidió lanzarle un hechizo maligno. Un día, mientras paseaba por el bosque con sus amigos, se topó con la cabaña del hada y entró en ella sin saber lo que iba a ocurrir a continuación.
El hada malvada apareció de la nada y pronunció unas extrañas palabras que hicieron que Babiole se sintiera mareada y débil. Luego agitó su varita sobre la cabeza de Babiole tres veces antes de decir finalmente: «A partir de hoy serás conocida como Babiole, ¡un mono!». Dicho esto, ¡puf! Una bocanada de humo llenó la habitación y, cuando se disipó, lo único que se pudo ver fue un pequeño mono encaramado a la mesa donde antes estaba la princesa Babiole.
Ahora Babiole no tenía más remedio que vivir como un mono en un mundo desconocido, lejos de su hogar, solo si no fuera por unas amistosas criaturas del bosque que se sintieron atraídas por esta nueva criatura a la que no comprendían, pero a la que querían ayudar desesperadamente a proteger de cualquier daño o peligro que pudiera surgir. Le enseñaron a sobrevivir entre ellos; a buscar comida, a jugar a juegos como el pilla-pilla o el escondite; incluso a cantar canciones alrededor de las hogueras por la noche, bajo cielos estrellados llenos de estrellas centelleantes sobre sus cabezas… Todas estas cosas mantenían su mente ocupada hasta que un día tropezó con algo maravilloso… ¡un pozo de los deseos! Supo inmediatamente lo que debía hacer: echar 3 monedas en él (para tener suerte) y luego pedir un deseo con todo su corazón
Deja una respuesta