Érase una vez, en el Polo Norte, un elfo llamado Cristóbal. Era uno de los ayudantes más fieles de Papá Noel y le ayudaba a preparar la Navidad todos los años. Pero este año Christopher tenía un problema con una de sus tareas: hacer galletas de Navidad. Cada Nochebuena, Papá Noel repartía galletas navideñas a todos los niños del mundo, pero Christopher pensaba que ya no eran populares y quería encontrar otra forma de hacerlas divertidas.
Papá Noel se enteró de lo que había dicho Christopher y decidió demostrar que estaba equivocado. Se le ocurrió un plan: la mañana de Navidad llevaría a algunos de sus elfos a la Tierra y haría un espectáculo especial sólo para los niños. Podrían ir de puerta en puerta cantando villancicos y repartiendo regalos gratuitos dentro de cada galleta a su paso, ¡algo que a todo el mundo le encanta recibir en Navidad!
Así que el 24 de diciembre, a primera hora, Papá Noel reunió a algunos elfos, incluido Cristóbal, y les contó su plan. Los elfos estaban entusiasmados con la idea, así que se prepararon rápidamente para su misión. Se subieron a los trineos con Rudolph guiando el camino hacia la Tierra, ¡donde les esperaba su aventura!
Cuando llegaron a su primera parada en la ciudad de Londres, los niños a partir de 4 años salieron corriendo y chillando de alegría al ver lo que ocurría. Una vez que todos los niños se reunieron a su alrededor, Papá Noel les explicó por qué les había traído allí: «Quiero que todos os divirtáis hoy; sé que os encanta abrir regalos, así que he traído estas galletas especiales rellenas de regalos» En este punto, incluso Christopher no pudo evitar sorprenderse de la alegría que esos pequeños regalos estaban proporcionando a todos, ¡sobre todo porque no se esperaba nada de eso!
A medio día, muchas ciudades de Europa habían recibido la visita de la alegre banda de amigos de Papá Noel, que repartió muchas risas con sus canciones.
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